Fue grande. La muerte empero le cayó encima.
Como una cima, que se derrumba sobre su tumba.
Fue genio. Sus concepciones desertaron su cráneo.
Como el estaño, que se derrama, bajo la llama.
Fue hombre. Amor pulsó dentro su pecho.
Ahora deshecho por la ponzoña de su carroña. Blanco será y puro cuando sus huesos, duros, solos estén. Y su alma de grande, su cráneo de genio, su forma de hombre, yazcan sin nombre, santificados por el olvido. Eterno nido, de eterna gloria, fuera de historia.
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Buenos Aires, 1915.