Pierrot

Nació de un rayo de luna, sobre un muro blanco, y alegre va, desparramando amores.

Son las doce, hora de las apariciones.

Su dedo, fosforescente, abre en París la herida luminosa de Montmartre, y, como mariposas sorbidas por la luz, un vuelo de hetairas cae en remolino. Y como negro bordoneo de insectos, los sedientos de alcohol, de erotismo, de vicio.

Todos llevan en el rostro una palidez de risa dolorosa: es el sello de Pierrot. Y hasta la primera luz del día, el Rey de Histeria prodigará risas, llantos, deseos y cansancios.

Pero el sol ha salido: todo se apaga, todo se avergüenza, y Pierrot, sintiendo el cuerpo disgregarse, arrastra su último malestar, un refrán canallesco, roto entre los dientes.

Cruza una plaza y ve, con odio, la estatua de un Baco robusto, que ríe, la boca en media luna. Él empieza a vivir, con la luz naciente. Su bronce es negruzco y muere en la noche.

-¡Padre grosero! -dice Pierrot-, y el rayo de luz que le pega, en la frente, le mata.

El viejo Baco reanima, entretanto, a su cosquilleo, y los ojos irónicos, mirando el lugar vacío, burlón exclama:

-Pobre mi alma... ¿Te has vuelto loca?

---------------------------------------------------------------

París, 1911.

Collection: 
1906

More from Poet

 
Tango sévère et triste.

Tango de menace.

Tango où chaque note tombe lourde, et comme à regret, sous la main bien plutôt faîte pour serrer le manche d’un couteau.

Tango tragique, dont la mélodie joue sur un thème de combat.

Rythme lent, harmonie compliquée de...

Xanto era difícil. En vano los adoradores volcaban copas de amor sobre la frígida blancura de su belleza.

Nadie supo tocarla, ninguno fue capaz de romper el desprecio que escondía en corteses indiferencias.

En vano hicieron prodigios de ingenio, nunca la emoción irisó su cutis de...

Asimilar horizontes. ¿Qué importa si el mundo es plano o redondo?

Imaginarse como disgregado en la atmósfera, que lo abraza todo. Crear visiones de lugares venideros y saber que siempre serán lejanos, inalcanzables como todo ideal.

Huir lo viejo.

Mirar el filo, que corta una...

Buenos Aires. Calle Santa Fe en el 900. Diciembre. La casa abierta, respirando noche, todo apagado dentro.

Cielo, implacablemente estrellado, cuyo azul de zafiro australiano se aleja, por obra del aturdimiento luminoso que mandan a los ojos los focos eléctricos.

De tiempo en tiempo...

A los que blasfemaron contra el sol; condensador de la tierra. Padre nuestro, generador, que va por las alturas rigiendo fuerzas.

A los que renegaron de S. M. acompasadora de metodizaciones astrales. Culminador por excelencia.

A los pequeños que te temen. ¡Oh supersideral!

Y...