Es muy triste estar solo,
oir cómo se queja obstinadamente el viento
y remontar los tiempos.
Pero no puedo,
solo, yo, no puedo.
Venid vosotros,
Luis, Alberto, Mario,
venid a detener los días,
y entre los días, sólo aquella tarde.
Porque ya no olvido,
ni he de olvidar tampoco,
la tarde en que por una calle apareciste.
Venías como siempre, amigo,
paro ya no la olvido.
Era pobre tu casa.
Era tu calle, pobre.
Pero allí, y entonces,
era más cielo el cielo.
Y sin embargo, ahora,
¿para quién esa risa
de seis años de muerto?
Esa novia y la calle
gimiendo a tu cintura.
Todo pasa en la vida.
Pasó tu inmerecida muerte.
Pasaron días y pasaron noches.
Todo pasa.
Mas yo quisiera
verte de nuevo, aunque murieras.