Niño hermoso, que entre flores
Mientras luz te alcanza, triscas;
Tierna madre, que en silencio
Con atento amor vigilas;
Buen señor, á quien las horas
Del descanso ya convidan,
Orad todos, orad todos,
Mientras muere y pasa el día;
Levantad los corazones,
¡De rodillas, de rodillas!
Peregrino en tierra extraña,
Sin hogar y sin familia;
Huerfanillo á quien doquiera
Llaman voces de otra vida;
Prisionero cuya estancia
Solar rayo no visita;
Navegante que te engolfas
En inmensa mar sombría.
Levantad los corazones,
¡De rodillas, de rodillas!
Guerreador que del combate
Con la tarde ya respiras;
Fiel mujer que en el cruento
Campo vagas dolorida;
Tú, el que triunfas, tú, que lloras;
Pues común destino os liga,
Y una estrella igual á todos
De esperanza luz envía,
Levantad los corazones,
¡De rodillas, de rodillas!