Dulce memoria de la prenda mía tan grata un tiempo como triste ahora, áureo cabello, misterioso nudo Ven a mi labio. ¡Ay! ven, y enjugue su fervor el llanto en que tus hebras inundó mi hermosa, cuando te daba al infeliz Fileno mísero amante. Lágrimas dulces, de mi amor consuelo, decidme siempre que mi Lesbia es firme; decid que nunca romperá su voto pérfida y falsa. ¡Oh! Cuánto el alma de dolor sentía cuánto mi pecho la aflicción rasgaba, cuando la hermosa con dolientes ojos Viéndome dijo: «¡Siempre, Fileno, de mi amor te acuerdas! Toma este rizo, que mi frente adorna... Toma esta Prenda de constancia pura... Guárdala fino». A donde quiera que la suerte cruda me arrastre ¡Oh rizo! seguirame siempre, y de mi Lesbia la divina imagen pon a mis ojos. Tú me recuerdas los felices días de paz y amor que fugitivos fueron cual débil humo de Aquilón al soplo Tórnase nada. ¡Oh! Cuántas veces su cabello rubio, al blando aliento de la fresca brisa, velón ondeaba, y en feliz desorden ¡Vino a mi frente! La luna amiga con su faz serena mil y mil veces presidió mi dicha... Memoria dulce de mi bien pasado, ¡Sé mi delicia!
Sáficos
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Planeta de terror, monstruo del cielo, errante masa de perennes llamas que iluminas e inflamas los desiertos del Éter en tu vuelo; ¿Qué universo lejano al sistema solar ora te envía? ¿Te lanza del Señor, la airada mano a que destruyas en tu curso insano del mundo la armonía? ¿Cuál es tu origen,...
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Reina la noche: con silencio grave gira los sueños en el aire vano; cándida, pura, el silencioso llano viste la luna de su luz suave. ¡Hora de paz!... Aquí, do a nadie miro, en esta cumbre, alzado, heme, Señor, del mundo abandonado. ¡Cómo embelesa la quietud augusta de la natura, a la sensible...
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Templad mi lira, dádmela, que siento
En mi alma estremecida y agitada
Arder la inspiración. ¡Oh! ¡cuánto tiempo
En tinieblas pasó, sin que mi frente
Brillase con su luz...! Niágara undoso,
Tu sublime terror sólo podría
Tornarme el don divino, que ensañada...