Boca perdida en el vaivén del tiempo;
detrás de los paisajes escondida;
boca hacia atrás huyente en el espacio;
boca muerta que fuiste boca viva:
Torbellinos de rostros te apagaron,
tú, que eras rosa ya palidecida;
bloques de casas, cielos circulantes,
telones fueron a velarte esquiva.
Alguna vez la punta de la llama
pintó en el aire la ligera estría
de tu boca atersada a finos verbos:
seda en la seda, flor más florecida.
O levanté la mano para asirte
en la nube traslúcida que lucía
acuchillada del cuchillo mismo
que parte en dos la ya palidecida.
Y a veces, en el fondo de otra boca,
flor de agua pura aún mas verdecida,
hube de hallarte. Mas se abrió tu boca
como la sal al viento en las salinas...
Pero anoche, ¿de dónde regresaste?
¿De tumbas de agua? ¿De raíz nutrida
en anchos bosques? ¿De trasmundos malva?
¿Qué cadenas de seres te fue guía?
Cortaste los paisajes y los rostros,
los circulantes cielos en huidas,
bloques de casas, hojarasca de horas,
y me hallaste no muerta, que dormida.
Pájaro de aire, reposó la boca
sobre la boca mía anochecida.
Mas no era boca. A musgo, macerado
en los soles de Dios, se parecía.