¡QUÉ magia tienes en tu mirada,
Qué luz del cielo te iluminó!
Qué ángel su aureola te dió encantada
Qué astro su eterno, vivo fulgor!
Cuando me miras, niña hechicera,
Cuando tus ojos fijas en mí,
Siento la lumbre que reverbera
En tus pupilas, dentro de mí.
Siento el influjo celeste y blando.
De un bien que nunca mi alma probó,
Siento que un ángel me trae volando
De un mundo ignoto cáliz de amor.
Siento esa vaga, pura y divina,
Fruición del alma que piensa en Dios;
Siento un impulso que me encamina
Á tributarte mi adoración.
Cuando estás lejos, no sé qué calma.
Qué triste sombra cae sobre mí.
Cuando me miras, niña del alma,
El cielo se abre detrás de tí.