Cosas del tiempo

I

Apenados, sollozantes,
Ella y Él, no muy distantes
de hinojos, junto al altar,
están rezando anhelantes
a la Virgen del Pilar.

Mas, quién al verlos creyera,
que tan contrapuesto fuera
lo que cada uno le pide;
Él pide que Ella le quiera
y Ella pide que Él la olvide.

Y es que el buen mancebo adora
con pasión a Leonora;
y ésta con suave esquivez,
con esquivez que enamora,
se retrae cada vez.

La Santa Virgen consiente,
que cada cual como siente,
sus secretos le confíe,
y al escucharlos, clemente,
con uno y otro sonríe.

Pero al fin y al cabo ¿cuál
será su resolución
en pleito tan desigual?
¿El humano corazón
será constante y leal?...

II

Han transcurrido dos años
y otra vez en los peldaños
se hallan del altar aquel,
juntos, trayendo Ella y Él
mudanzas y desengaños.

Y hoy es ¡la pobre Leonor!
la que con lágrimas pide
del mancebo el muerto amor;
mientras éste con fervor
implora que Ella le olvide.

Y la Virgen al oír
tan contraria petición,
torna, amable, a sonreír,
ante el presto ir y venir
del humano corazón.

Collection: 
1871

More from Poet

  • ¡Viva, te amé tanto, tanto!
    Muerta, te amo mucho más;
    mañana, resucitada...
    ¡cómo te pudiera amar!

  • ¡Me asusto de mí mismo!
    ¡Yo quisiera esconderme en un abismo
    más profundo que el mar!
    ¿La fosa, el polvo inerte?...
    ¡Mi muerte no es remedio de su muerte;
    ansío más, aún más!

    Mi mal imponderable
    pide de amor un piélago insondable;
    pero éste, ¿en...

  • ¿Qué he perdido? ¡Mi lengua se resiste
    a pronunciar el adorado nombre!
    Corazón, ¿qué perdiste?
    -Lo que más dulce en la pasión existe,
    Señor, lo más querido para el hombre:
    ¡Una alma! ¡Esa alma tuya que me diste!

  • Corazón enfermo
    y alma amante y sola,
    si cantar pudiera:
    ¡Ya tengo mi novia!...
    ¡Qué triste la vida,
    qué lentas congojas
    sin unos amores,
    sin una paloma!
    Cualquiera, a los veinte,
    vive en la memoria
    de una rubiecita
    cándida y...

  • -Escribanillo, di, ¿qué
    escribes sobre las aguas?
    -¡Ay, niña, estoy dando fe
    del juramento que acaba
    de hacerte el joven que aquí
    te espera tarde y mañana!
    -¿Es posible? Pero allí
    yo no veo escrito nada.
    -Así no verás, Leonor,
    que él te...