Si de cristal transparente
Fuera el hombre, y si se viera
por esa viva vidriera
cuanto quiere, piensa y siente;
¡Cuán crecida turba impía
de males varios, ahora
del mundo reina y señora,
entonces ser no podría!
No hubiera boca embustera,
ni hubiera hipócrita cara,
siendo fuerza que igualara
lo de adentro a lo de afuera.
No fuera un nombre el deber,
ni fuera el amor un nombre,
ni fuera juguete el hombre
de la pérfida mujer.
Ni de su amante cohorte
se burlara la coqueta,
ni diera entrada secreta
al vil galán la consorte.
Ni, como suyo, a su seno,
erradamente amoroso,
el triste crédulo esposo
estrechara al hijo ajeno.
Ni tantos amigos Judas
prendieran de paz con beso:
acabáranse con eso
las sospechas y las dudas.
Fama y vulgar opinión
no fueran, para ensalzar
y deprimir a la par,
tan injustas como son.
De libertad no engañara
con el nombre y el abuso
al mísero pueblo iluso
quien cadenas le prepara.
Ni del culpado la pena
padeciera el inocente
que por delito aparente
el juez a muerte condena.
Y en fin, preciando el mortal
tanto el parecer ajeno,
fuerza le fuera ser bueno
sólo por parecer tal.
Y ¡cuántos también que son
hoy de nuestra envidia objeto,
al ver su dolor secreto,
nos causaran compasión!
Entonces, mortal, supieras
quién te odia y envidia, quién
finge que te quiere bien,
y quién te quiere de veras.
Entonces tu alma desnuda
mirara yo, prenda mía;
entonces se apuraría
esta amarga mortal duda
Con que tal vez deslëal
y engañosa te sospecho;
pues, mirando de tu pecho
por el diáfano cristal,
al punto supiera yo,
con cuanta certeza sé
que te adoro y guardo fe,
si tú me quieres o no.
(1859)