Momentos

I

Canta tu canto
liso y llano.
Canta tu caracol de mar
junto al oído.
Canta tu amor, tu desamor
y olvido.

II

Hoy domingo de mañana,
cielo, sol,
vuelvan campanas,
vuela mi corazón
en la mañana.

III

Con esto tan poco
que te han dado,
sé feliz.
Oh! desgraciado.

IV

Era la soledad
y una mar y un cielo,
un irse abajo, arriba,
un viento sin caminos.
Era la soledad y un mar y un cielo,
debatiéndoes.

V

Niña -pájaro- asustado
¿qué cosa golpeaba tu corazón,
que una tarde de julio o júbilo
sentí en mi mano?
La poesía, dije,
el amor...
Niña -pájaro- asustado
¿qué cosa golpeaba tu corazón?

VI

Amigo,
después de todo y tanto,
bien está todo como está.
Id como hasta ahora,
apenas triste, y solo
con tu canto.

VII

Con verde lengua
y labios de alba espuma,
ríe el mar sobre la playa.
Y sin embargo,
cuántos muertos guarda!

VIII

Despierto en la alta noche
los gallos cantan,
y un aire inocente
baña a la tierra.
Es triste y no es triste
sentir entonces, que todo acaba
o que de nuevo empieza.

Collection: 
1926

More from Poet

  • Sobre oscura losa,
    ojos sin nada
    y de cara al cielo.
    Con un puñal de hielo
    ardiendo en sus entrañas.
    Arriba, el mundo entero.
    El abajo,
    apretado de angustias.
    Sin lágrimas, sin pañuelo,
    ojos sin nada
    y de cara al cielo.

    ¿Quien...

  • Ya cantaban los gallos.
    Ya sonaban las campanas
    y él buscábase la frente
    hada la madrugada.
    Sobre calles y suburbios,
    sobre la ciudad toda,
    en un coro de gallos
    levantado y triste,
    él, desasido,
    se buscaba la frente
    hacia la madrugada...

  • A esa hora de la madrugada,
    hora en que los enfermos mueren,
    en que los cristales se enfrían,
    en que Dios nos olvida,
    a esa hora la ví.
    Una lenta lava triste, caminaba su cara.
    Mano de hueso, pie de sombra oscura,
    la boca manándole negruras,
    junto...

  • Brotando lenta, apacible y lenta,
    nacida de las cosas, como un milagro sin prisa
    la noche se estaba ahí, puesta.

    Era un milagro la noche, y era blanca.
    Las cosas todas eran blancas
    y blancas eras las casas de los hombres.

    Cerca, el mar estaba ausente.
    ...

  • ¡Muchachos...! A la quinta Recaeta, cada cual con su cometa. Ay, que la mía no sube. Ay, que sube Sube, sube, mi cometa y no el viento sino mi corazón le presta el movimiento. ¡Muchachos...! Ya no hay quinta Recaeta. Y sin embargo... Cada uno de nosotros, tenemos una cometa. Más allá de los...