Los calzones de san Francisco

A media noche muchos gritos daba

una casada, y confesión pedía

diciendo se moría

de un cólico cruel que la mataba.

Llamose a un reverendo franciscano

que era su confesor, y de antemano

estaba prevenido

para coquifear a su marido

y lograr sin peligro sus placeres.

¡Qué no discurren frailes y mujeres!

Luego que con la moza se halló a solas,

se quitó el reverendo los calzones,

y libre de prisiones,

la hizo sin respirar tres carambolas.

Así que la purgó de sus pecados,

dejando sus calzones olvidados

se marchó a su convento,

donde le aguó esta falta su contento.

Contó el lance al portero claramente

y le dejó instruido

de una industria prudente

que estorbase las quejas del marido.

Entró luego en el cuarto de su esposa

aquel buen hombre, y la primera cosa

que halló en el suelo fueron los calzones

del fraile, con muy puercos lamparones.

Tomolos, conoció la picardía,

y rabioso se fue a la portería,

donde el bribón portero y el paciente

tuvieron el diálogo siguiente:

-Hermano, dígame, ¿ qué solicita?

-Que hablar se me permita

al padre guardián. -Ahora no puede.

-¿Por qué? -Pues, ¿ no sabéis lo que sucede

a la comunidad? -Todo lo ignoro.

-¡Ay, hermano!, han perdido su tesoro.

-¿Cuál era? -Una reliquia peregrina

por la que hay en el coro disciplina.

-¿Cómo ha sido? -Esta noche la han llevado

para una enferma y la han extraviado

no sé de qué manera.

-¿Y qué reliquia era

la que causa tan grandes aflicciones?

-Eran de San Francisco los calzones.

-No es el remiendo de la misma tela,

muy bien pegado está, pero no cuela:

yo traigo aquí guardados

unos calzones puercos y sudados

de un fraile picarón, que con vileza

me ha compuesto esta noche la cabeza.

Mírelos bien atento

dibujados con manchas de excremento.

¿Le parece que un santo así tendría

los calzones con tanta porquería?

-Esos son, el portero dice ufano,

quitándoselos luego. Cese, hermano,

¿cómo en su mente cabe

tan injuriosa idea?

Pues acaso no sabe

que murió San Francisco de diarrea?

Collection: 
1765

More from Poet

  • Ardiente una muchacha el otro día, en tanto que su madre en misa estaba, llena de miedo y turbación dudaba si a su amante Manuel se lo daría. Temiendo si preñada quedaría, entre darlo y no darlo vacilaba, y el valiente mozuelo la animaba diciendo que al venir lo sacaría. Fueron tan poderosos los...

  • No te quejes, oh Nice, de tu estado porque te llamen puta a boca llena, pues puta ha sido mucha gente buena y millones de putas han reinado. Dido fue puta de un audaz soldado, a ser puta Cleopatra se condena, y el nombre lucrecial, que tanto suena, no es tan honesto como se ha pensado. Esa de...

  • I[[editar](/w/index.php?title=Once_y_trece&action=edit&section=1)]

    Con un robusto fraile carmelita

    se confesaba un día una mocita

    diciendo: -Yo me acuso, padre mío,

    de que con lujurioso desvarío

    he profanado el sexto mandamiento

    estando con un...

  • Dieron alojamiento

    a un tunante sargento

    en la casa de cierta labradora,

    viuda, joven, con humos de señora,

    cuyo genio intratable

    en breve con su huésped se hizo amable,

    habiendo reparado

    que era rollizo, sano y bien formado;

    tanto, que...

  • Casarse una soltera recelaba

    temiendo el grave daño que causaba

    el fuerte ataque varonil primero

    hasta dejar corriente el agujero.

    La madre, que su miedo conocía,

    si a su hija algún joven la pedía

    con el honesto fin del casamiento,

    procedía con...