Sacrosanta verdad, virtud divina,
del mundo aborrecida y desterrada,
este pequeño don, que te destina
mi lealtad, recibe; y si te agrada,
puesto que ingrato el siglo te abomina,
y pretende dexarte desarmada,
para que en algun modo te defienda,
de mi laud te hago humilde ofrenda.
Y no desprecies, no, mi ofrecimiento,
pues ya vendrá algun dia en que á tu mano
restituya su clava, que esto intento,
dándome vida el cielo soberano.
Y en tanto con debido acatamiento
en tu ara, á que no toca el vicio insano,
quemaré incienso, que hasta el cielo llegue
y al feroz opresor del mundo ciegue.