Accede, te lo ruego así. Dejemos
— mientras se enfría el té que has preparado
de leer el capítulo empezado:
amada, cierra el libro y escuchemos...
Y calla, por favor... Guarda tus finas
burlas: ten la vergüenza, no imposible,
de que tu dulce voz halle insensible
rebelde el corazón que aún dominas.
¿Ves? Llega como un breve pensamiento
que pone en fuga el arrepentimiento...
Bebe toda la onda, hermana mía,
no dejes en la copa nada, nada...
Emborráchate, amada:
la música es el vino hecho armonía.