Para tu belleza rara
vana es del tiempo la fuga:
que aún no con sus sulcos ara
la fea enojosa ruga
tu hermosa frente y tu cara;
De tu purpúrea mejilla
aún el nativo carmín
vence al mentido y humilla,
y la reina del jardín
de verle se maravilla;
aún no hay blancura tan rara,
cuajada trémula leche,
puro mármol, nieve clara,
que la vista no deseche,
si con tu albor los compara;
aun en estos años tardos,
tus hermosos ojos pardos
despiden por rayos flechas
que al corazón van derechas,
como del Amor los dardos.
Aún no al oscuro cabello
por quien ya no se celebra
el de Berenice bello,
se le argenta una sola hebra,
ni ningún odioso sello
que imprime el tiempo crüel
tu altiva beldad desdora:
tu retrato aún copias fiel
que no ha envejecido una hora
desde que lo hizo el pincel.
Dice la Envidia que diez
lustros cuentas si no más;
y verdad será tal vez;
mas, si tan joven estás,
y al mundo pongo por juez;
¿qué vale, di en casos tales
nacer antes o después?
Inciertos son tus natales:
lo cierto tu beldad es
y tus gracias sin rivales.
Calle pues, y de ofender
te cese la Envidia osada,
que es la edad de la mujer
la que dice a la mirada
su faz y su parecer.
Juventud eterna
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