A Goyita

Goyita de mi alma,
de ti distante,
el dolor atormenta
mi pecho amante.
¡Ah! ¡quién pudiera
recibir en tus brazos
la muerte fiera!
Que para mí más grata
ella sería,
que lo es de ti ausente
la vida mía.
Es la ventura
el vivir y no verte,
dulce hermosura!
Buscando aquí un presente
que consagrarte,
no encuentro nada propio
que regalarte;
que en mi pradera
todo muere Goyita
si tú estás fuera.
Hay una planta sola
verde y lozana,
gracias a que la riego
tarde y mañana;
yo la cultivo
porque es de ti memoria,
retrato vivo.
Da una fruta más dulce
que el pan de abejas,
y en lo dulce parece
de amor tus quejas;
tu grato aliento
remeda su perfume
que aroma al viento-.
Goyita, es una sola
la que te envío,
nacida en mis vergeles
por el estío.
El sol la dora
que es de todas las frutas
reina y señora.
Su verdor y dorado
no es tan hermoso,
como aquel de tu labio
carmín precioso;
y en la campiña
no hay fruta más sabrosa
pues es... la piña.
¿Recuerdas aquel día
Goya amorosa,
en que piña me daba
tu boca hermosa;
y sin tu agravio
tomaba yo la piña
que había en tu labio?
No sé si la que ahora
mi amor te envía,
habrá de ser tan dulce
cual la de un día.
¡Ay! ¡si pudiera
tomarla de tus labios
aunque muriera!

Collection: 
1846

More from Poet

  • Ante la puerta dorada
    de Doña Inés, gran señora
    que pasa risueña vida
    entre primores y joyas,
    un andrajoso mendigo
    con faz de hambriento llorosa,
    llamó pidiendo por Dios
    una mísera limosna.
    Asomose a los balcones
    que sus paredes decoran...

  • ¡Oh! ¡cuán triste se queja el alma mía!
    Si la mañana hermosa
    con su rosado velo,
    con plácida armonía
    me saluda al subir al alto cielo,
    por mi amante deliro
    y saluda a la aurora mi suspiro.

    Si la tarde apacible
    con su franjado cielo bonancible...

  • Tus ojos me miraron
    y en bello oriente,
    un astro me mostraron
    resplandeciente.
    Pagó tu labio bello
    mi amor sumiso,
    y el astro fue destello
    del paraíso.
    Más en vano encendiste
    mi grato anhelo,
    y a la tierra trajiste
    la luz del...

  • ¿Hacia dónde tu vuelo
    diriges, ave triste?
    ¿Quizá, ay de ti, perdiste
    la prenda de tu amor?
    ¿O acaso el árbol bello
    donde guardaste el nido,
    el hacha ha destruido
    o el fuego abrasador?

    Tu canto que allá un día
    sonaba placentero,
    su...

  • Hay unos ojos divinos
    fuente de dicha y dolores,
    el cielo les dio colores
    y el Señor su bendición.

    Dioles la luna su encanto,
    la palabra su armonía,
    el amor su simpatía,
    su elocuencia el corazón.

    Aunque tiranos me miren
    si los vela ingrato...