Hasta se hinca de rodiyas
para hacerla consentir,
si hace empeño en resistir
de un modo fiero la humiya.
Y la que al pedido ceda,
infeliz, la pobresita,
siempre la marca maldita
grabada en su frente queda.
Cuando el hombre se haiga hartao
la deja por ahí tirada,
y la pobre atribulada
para el desprecio ha quedao.
Y si pa suerte más pior
echara algún hijo al mando,
su dolor seria projundo
y su disgracia mayor.
Y con razón pensaría
que cuando él llegase a hombre,
llamao El guacho por nombre
en tuitas partes sería.
Hoy todo en ella cambió,
su suerte indina y amarga
la lleva como una carga
que el santo Dios le mandó.
De sus ojos la mirada
briyaba más que el diamante,
dende que juyó su amante
son dos luces apagadas.
Sus trensas que antes cuidó
por lucirlas al querido,
hasta cortadas han sido
por el vil que la engañó.
Sus labios que un tiempo jueron
como claveles rosaos,
hoy marchitos han quedao,
y su frescura perdieron.
Hombre que siempre cargaste
la mala suerte a los tientos,
nunca olvidés los lamentos
de la pobre que engañaste.
Sino, vean en la aurora
cuando lalba se aparece,
qué lindo el campo verdese
y el sol a la tierra dora;
usté oirá la ave cantora
que alza el vuelo de su nido,
y de la oveja el balido
lo escuchamos con ternura,
mientras sufre mil torturas
la que a un ingrato ha querido.