Porque estoy solo a veces,
porque sin Dios estoy, sin nada,
ella viene y muestra su rostro y ríe
con su risa helada.
Viene, golpea en mis rodillas,
huye la tierra entonces
y todo acaba sin memoria, y nada.
Sin embargo, con ella a mi costado
yo amé la vida, las cosas todas;
lo que viene y lo que va.
Yo amé las calles donde,
ebrio como un marino,
secretamente fui de su brazo.
Y a cada instante, siempre, en cada instante
con ella a mi costado,
del mundo todo, de mis hermanos
lejano y triste me despedía.
Mas tocaba a veces la luz del día.
Con ella a mi costado,
ebrio de tantas cosas que el amor nombraba,
como a una fruta
tocaba a veces la luz del día.
Y era de noche a veces y estaba solo,
con ella y solo;
pero la muerte calla
cuando el amor la ciñe a su costado.
Oh triste, ho dulce tiempo cuando acaso
velaba Dios desde muy lejos.
Mas hoy ha de venir y ha de encontrarme solo,
ya para siempre desasido y solo.