Era la última noche

I

Era la última noche,
La noche de las tristes despedidas,
Y apenas si una lágrima empañaba
Sus serenas pupilas.
Como el criado que deja
Al amo que le hostiga,
Arreglando su hatillo, murmuraba
Casi con la emoción de la alegría:

— ¡Llorar! ¿Por qué? Fortuna es que podamos
Abandonar nuestras humildes tierras;
El duro pan que nos negó la patria,
Por más que los extraños nos maltraten,
No ha de faltarnos en la patria ajena.

Y los hijos contentos se sonríen,
Y la esposa, aunque triste, se consuela
Con la firme esperanza
De que el que parte ha de volver por ella.
Pensar que han de partir, ese es el sueño
Que da fuerza en su angustia a los que quedan;

Cuánto en ti pueden padecer ¡oh patria!
¡Si ya tus hijos sin dolor te dejan!

II

Como a impulsos de lenta
Enfermedad, hoy cien, y cien mañana,
De nuestra vida hasta perder la cuenta,
Racimo tras racimo se desgrana.

Palomas que la zorra y el milano
A ahuyentar van, del palomar nativo
Parten con el afán del fugitivo,
Y parten quizás en vano;

Pues al posar el fatigado vuelo
Acaso en el confín de otra llanura,
Ven agostarse el fruto que madura,
Y el águila cerniéndose en el cielo.

Collection: 
1857

More from Poet

I

 Bien sabe Dios que siempre me arrancan tristes lágrimas
  Aquellos que nos dejan,
Pero aún más me...

øøø

"¡La copa es de oro fino,
El néctar que contiene es de los cielos!"
Dijo, y bebió con ansia
Hasta el último sorbo de veneno.

¡Era tarde!; después ardió su sangre
Emponzoñada, y muerto,
Aun rojiza brillaba en su sepulcro
La llama...

¡Jamás lo olvidaré!... De asombro llena
Al escucharlo, el alma refugióse
En sí misma y dudó...; pero al fin, cuando
La amarga realidad, desnuda y triste,
Ante ella se abrió paso, en luto envuelta,
Presenció silenciosa la catástrofe,
Cual contempló Jerusalén...

øøø

«Yo en mi lecho de abrojos,
Tú en tu lecho de rosas y de plumas,
Verdad dijo el que dijo que un abismo
Media entre mi miseria y tu fortuna.
Mas yo no cambiaría
Por tu lecho mi lecho,
Pues rosas hay que manchan y emponzoñan,
Y abrojos que...

I Ya pasó la estación de los calores, y lleno el rostro de áspera fiereza, sobre los restos de las mustias flores, asoma el crudo invierno su cabeza. Por el azul del claro firmamento tiende sus alas de color sombrío, cual en torno de un casto pensamiento sus alas tiende un pensamiento impío. Y...