Cual suele el ruiseñor entre las sombras de las hojas del olmo o de la haya la pérdida llorar de sus hijuelos, a los cuales sin plumas aleando el duro labrador tomó del nido; llora la triste pajarilla entonces la noche entera sin descanso alguno, y desde allí, do está puesta en su ramo, renovando su llanto dolorido, de sus querellas hincha todo el campo.
El ruiseñor que pierde sus hijuelos
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