El picaflor y la florecilla

De un pintado picaflor,
de los campos maravilla,
una incauta florecilla
se prendó con loco amor.
Mas, como es aquél al par
de mariposa inconstante,
no tardó la flor amante
su esquivez en lamentar.
Y al verle pasar a veces,
en tristes voces así
se le quejaba: «¡Ay de mí!»
¿Por qué, mi bien, me aborreces?
¿Qué te hice? ¿Estos desdenes
te ha merecido mi fe?
¿Por qué en mis hojas, por qué
a columpiarte no vienes?
¿Has olvidado que apenas
abrí mi tierno capullo
de las auras al arrullo
que me halagaban serenas,
viniste a posar en él,
y a besarme, de amor lleno,
hasta apurar de mi seno
la sustentadora miel?
¡Ay! no supe qué inconstante
eras y mudable y leve
como el aura que me mueve
y que cambia en cada instante.
No supe que tus amores
multiplicabas sin cuento,
y que, más falso que el viento,
engañabas a las flores.
Hoy de tu odio en el exceso,
a todas besando vas,
y a mí triste, a mí no más
me exceptúas de tu beso.
Deja ya tanto desdén,
no me des pena tan fuerte,
y aunque hubieres de volverte
luego al punto, al menos ven.
Pero desoyes crüel
mis quejas y vivo anhelo,
siguiendo tu raudo vuelo
por el florido vergel.
¡Ah! ¡quién, de hojas en lugar
alas como tú tuviera
para seguirte doquiera
que te pluguiera volar!
¡Mas ay! que tengo infeliz
inmóvil clavado el pie,
y aprisionada se ve
del suelo mi honda raíz.
Cuando me maten congojas,
¡lleve el viento noche y día
haciéndote compañía
mis enamoradas hojas!»
Así la flor se querella
con modo tierno y sencillo,
más el crüel pajarillo
no tornó a acordarse de ella.
Doncella incauta en amor,
bella y simple cual las flores,
cuenta, con que te enamores
de algún galán picaflor,
que, volando sin cesar
de flor en flor con fortuna,
sin detenerse en ninguna,
burla de todas al par.

(1857)

Collection: 
1855

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