HAY veces en que el mar tiñe sus olas
Con tintas imposibles de copiar;
Parece que la luz enamorada
Seduce y acaricia,
Medrosa, su imponente majestad.
No bien anuncia oriente la alborada
Y brota el primer lampo matinal,
Riela en las aguas cual tupida malla
La limpia luz del cielo
En lineas de cobalto y de cristal.
Plumajes ígneos y flotantes gasas
Cortejan de los cielos el fanal,
Y las ceruleas ondas se apresuran
Con franjas de topacios,
Y en mar azul flotando van las plumas,
Restos del crimen de la oscuridad,
Hasta que al fin se pierden poco á poco
Y la quietud convierte
El abismo en expléndido cristal.
Líquidas lomas desaloja el barco
Que á ambos costados huyen sin cesar,
Mas vienen otras y se chocan, chascan,
Y erguen al viento blancos
Penachos de plumón y de cristal.
Pero es la tarde en explendor fecunda
Y en fantásticos cuadros en el mar;
Parece que la luz al despedirse
En lujo de colores
Difunde su postrera claridad.
Ondas azules con vislumbres rojos.
Lineas de malaquita y de coral
Con motas de vellones transparentes
Tienden alfombras límpias
Al despedirse el rojo luminar.
Despliégase en ocaso de amatistas
Topacio y lapizlázulis un chal,
Que borda de oro el sol desde los cielos
Cuando las nubes pinta
De múrice y granate singular.
Viene la noche, y sus crespones negros
Tremola el aire y se oscurece el mar.
Bóveda y ondas piérdense en los pliegues
Del cortinaje inmenso
En la más espantosa soledad.
Apena el ojo en vaguedad penosa
Distingue algún contorno en su anhelar;
Parece que camina el pobre barco
Á su destino póstumo
Ya en el abismo de la eternidad.
Pero si alguna brisa bienhechora
Arranca algún girón á aquel cendal
Y amontonando nubes sobre nubes,
Deja ver un instante
Del cielo la infinita claridad;
Cuán grande Dios en su poder se ostenta!
Piélago azul donde átomo es el mar,
Poblado de sistemas infinitos
De mundos y fanales
Que adoran su sublime majestad!
El mar entonces envidioso copia
En olas de pizarra algún fanal;
Rompe el dibujo el raudo movimiento,
Y así de cada estrella
Mil chispas de su luz bajan al mar.
Y cuando Vénus, la divina estrella,
Va en el piélago lóbrego á rielar
Parece que sonriendo desde el cielo,
Y con hilos de plata,
Borda su cifra en el dormido mar.
Y si la luna brilla en los espacios,
Crenchas de plata y cúmulus de azahar,
Crespones blancos y movibles masas.
Flotando lentamente.
Atraviesan la vasta soledad.
Y saltan perlas y se cruzan ráfagas
Y es malla de relámpagos el mar,
Cual si la luna fuera á unir en haces
Con cordones de plata
Hilos de espejo y lineas de cristal.
Y por que nada falte al espectáculo
En esa lucha de la luz y el mar,
Cuando se torna en pavoroso abismo.
El fósforo convierte
La espuma en crenchas de plateada faz.
Millones de miriadas de animálculos
Sienten del barco el ímpetu tenaz,
Y, despertando, en torno luz expanden,
E ignívomas espumas
La huella dejan por do el barco va.
¡Oh noche augusta de misterio y calma
En que á la luz del cielo leo en el mar
Un himno á Dios escrito con los rayos
Del mundo sideral!