El pozo de los padres trinitarios
tuvo brocales varios:
ya de mampostería,
ya de piedra de buena sillería,
en fin de berroqueño le pusieron,
el último que eterno ellos creyeron;
pero tal faena de sacar agua
en el convento había,
que al año ya tenía
el brocal una brecha grande y buena.
-¡Virgen!, el superior
dijo al saberlo,
que no sé ya qué materia hacerlo
para que no se roce o desmorone.
Llamar al albañil en el momento
a ver de qué dispone
se haga el brocal al pozo del convento.
El albañil llamado
al punto fue enterado,
y dijo: -Aquí lo que conviene
es hacer un brocal como
el que tiene mi mujer,
que ha veinte años cabalmente
que echo por él la soga de frecuente
con dos cubos que al par le han golpeado,
y ni una pizca se ha desmoronado.