En aquel pueblo ya lejano,
circuído de cielo,
miraba hacia las tardes
caer tranquilo el día.
Y era un ángel posible,
hacia el atardecer.
Pasaron días. Tiempo y tiempo.
Con minerales brazos buscó ceñir la noche
y perderse entre los vientos.
Ahora, ¿quién gime por los pasillos
desde un décimo piso?
Oh ángel no nacido
y cielo y sueño ya lejanos.
Sobre el filo del vértigo está;
golpeadlo hacia atrás,
porque no puedo no, ahora,
sentir sonar sus dientes contra el suelo.