Tal vez el cielo, que por noble patria
confiesa el alma, y sin cesar la llora,
doloroso contemplo y pensativo,
desde este triste valle de miseria
do prisionero vivo;
cual desde orilla mora,
en encendidas lágrimas deshecho,
mirar solía el Español cautivo
os verdes campos de su dulce Iberia,
al otro lado del hercúleo estrecho;
y, cual sus lazos destrozar ansiaba
para volver nadando a sus hogares,
las cadenas romper de la materia
así entonces anhela el alma esclava,
desnudándose fuerte
del natural espanto de la muerte.
Ansia del cielo
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