Al insigne poeta bucólico Bernardo de Balbuena

ROSANIO
¿Do yace aquel pastor, cara Belisa
que a los sones de agreste caramillo
cantó con tono que pasmó a la brisa
tu gracia y hermosura?
¿Aquel que celebró tierno y sencillo
la campesina paz, cuya dulzura
los bosques y los prados dejó
de blanda música poblados?
«Balbuena» se llamaba
y a una voz las zagalas y pastores
que con ardor amaba,
su sien ornaron de laurel y flores.
Respóndeme, Belisa; tú que fuiste
su amable confidenta
y afectos sin afrenta
te prodigó mi bien...

BELISA
¡Ah! ¡ya no existe!
su cuerpo duerme en la tranquila fosa
de católico templo,
a Borinquen sirviendo de alto ejemplo.
Su tumba silenciosa
con más gozo yo viera
que en los campos humilde se ofreciera.
Entonces a la amada losa fría,
al trasmontar el día,
diéramos olorosas
diademas de amarantos y de rosas.
Sus flautas zalameras
que alegraron los valles y riberas,
yacen colgadas de mamey frondoso,
y al céfiro quejoso,
los blandos ecos vagos
demandan aquel son que les dio halagos.

EL BARDO
Vuestra voz escuché, pastores míos,
mis lágrimas cual ríos
de mis ojos cayeron,
pero a la voz de la verdad cedieron.
Pastores, no más lloro
si solo lamentamos su presencia;
aún nos vive su esencia
aún suena el eco de sus flautas de oro.
Por montes y por llanos
recuerdan sus cantares
el viento en los bananos,
el viento en los palmares,
la tórtola ligera,
la voz de la calandria placentera.
En ti, Rosanio, nos dejó aquel fino
y delicado amor del campesino
en la edad que da envidia
desque a la paz siguió la eterna lidia;
y en tus ojos, Belisa, cariñosos
dos versos de los suyos
de amor tiernos arrullos,
dulcísimos y suaves y ardorosos.
Borinquen lo inspiró; de sus acentos
de sus nobles y gratos pensamientos
júzgase acreedora.
Si Balbuena querido,
en Castilla nacido,
su nombre en sus anales atesora;
su siglo aquel dorado
en la Riqueña paz vio realizado;
y al perder de la vida el dulce brillo
llena de gratitud su alma afectuosa,
a estas selvas dejó su caramillo
y a Borinquen su tumba generosa.

Collection: 
1846

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