Al árbol de Guernica

Tus cuerdas de oro en vibración sonora
Vuelve a agitar, ¡oh lira!,
Que en este ambiente, que aromado gira,
Su inercia sacudiendo abrumadora
La mente creadora,
De nuevo el fuego de entusiasmo aspira.

¡Me hallo en Guernica! Ese árbol que contemplo,
Padrón es de alta gloria
De un pueblo ilustre interesante historia
De augusta libertad sencillo templo,
Que -al mundo dando ejemplo-
Del patrio amor consagra la memoria.

Piérdese en noche de los tiempos densa
Su origen venerable;
Mas ¿qué siglo evocar que no nos hable
De hechos ligados a su vida inmensa,
Que en sí sola condensa
La de una raza antigua e indomable?
Se transforman doquier las sociedades;
Pasan generaciones;
Caducan leyes; húndense naciones
Y el árbol de las vascas libertades
A futuras edades
Trasmite fiel sus santas tradiciones.
Siempre inmutables son, bajo este cielo,
Costumbres, ley, idioma...
¡Las invencibles águilas de Roma
Aquí abatieron su atrevido vuelo,
Y aquí luctuoso velo
Cubrió la media luna de Mahoma!
Nunca abrigaron mercenarias greyes
Las ramas seculares,
Que a Vizcaya cobijan tutelares;
Y a cuya sombra poderosos reyes
Democráticas leyes
Juraban ante jueces populares.
¡Salve, roble inmortal! Cuando te nombra
Respetuoso mi acento,
Y en ti se fija ufano el pensamiento,
Me parece crecer bajo tu sombra,
Y en tu florida alfombra
Con lícita altivez la planta asiento.

¡Salve! ¡La humana dignidad se encumbra
En esta tierra noble
Que tú proteges, perdurable roble,
Que el sol sereno de Vizcaya alumbra,
Y do el Cosnoaga inmoble
Llega a tus pies en colosal penumbra!

¿En dónde hallar un corazón tan frío
Que a tu aspecto no lata,
Sintiendo que se enciende y se dilata?
¿Quién de tu nombre ignora el poderío
O en su desdén impío
Tu vejez santa con amor no acata?

Allá desde el retiro silencioso
Donde del hombre huía
-Al par que sus derechos defendía-
Del de Ginebra pensador fogoso,
Con vuelo poderoso
Llegaba a ti la inquieta fantasía;

Y arrebatado en entusiasmo ardiente
-Pues nunca helarlo pudo
De injusta suerte el ímpetu sañudo-
Postró a tu austera majestad la frente
Y en página elocuente
Supo dejarte un inmortal saludo.

La Convención francesa, de su seno,
Ve a un tribuno afamado
Levantarse de súbito, inspirado,
A bendecirte, de emociones lleno
Y del aplauso al trueno
Retiembla al punto el artesón dorado.

Lo antigua que es la libertad proclamas...
-¡Tú eres su monumento!-
Por eso cuando agita raudo viento
La secular belleza de tus ramas
Pienso que en mí derramas
De aquel genio divino el ígneo aliento.

Cual signo suyo mi alma te venera,
Y cuando aquí me humillo
De tu vejez ante el eterno brillo,
Recuerdo, roble augusto, que, doquiera
Que el numen sacro impera,
Un árbol es su símbolo sencillo.

Mas, ¡ah! ¡Silencio! El sol desaparece
Tras la cumbre vecina,
Que va envolviendo pálida neblina...
Se enluta el cielo... El aire se adormece...
Tu sombra crece y crece
¡y sola aquí tu majestad domina!

Collection: 
1834

More from Poet

  • Con yo amé dice cualquiera
    Esta verdad desolante:
    -Todo en el mundo es quimera,
    No hay ventura verdadera
    Ni sentimiento constante.-
    Yo amé significa: -«Nada
    Le basta al hombre jamás:
    La pasión más delicada,
    La promesa más sagrada,...

  • Palacios y chozas,
    Campos y ciudad,
    Brutos, aves, hombres,
    Todo duerme ya;

    Que cubren las sombras
    Del cielo la faz,
    Y guardan silencio
    Los vientos y el mar.

    Sólo un rumor se percibe,
    Vago, débil y fugaz
    El aliento...

  • Y María al pie de la cruz
    Al cielo ofreciendo del mundo el rescate,
    Con clavos sujetas las manos divinas,
    Ciñendo sus sienes corona de espinas,
    Se ostenta en los brazos del leño Jesús.
    A diestra y siniestra dos viles ladrones
    Reciben la pena...

  • ¡Perla del mar! ¡Cuba hermosa!
    Después de ausencia tan larga
    Que por más de cuatro lustros
    Conté sus horas infaustas,

    Torno al fin, torno a pisar
    Tus siempre queridas playas,
    De júbilo henchido el pecho,
    De entusiasmo ardiendo el alma.

    ¡...

  • ¡Mirad! ya la tarde fenece...
    La noche en el cielo
    despliega su velo,
    propicio al amor.
    La playa desierta parece:
    Las olas serenas
    salpican apenas
    su dique de arenas,
    con...