Ya que conozco ahora
Difunta el alma, sean
Mis llamas los blandones,
Mis voces las exequias.
Las fuentes, y los campos,
Mi amor digan, y vean,
Pues dan voces las aguas,
Pues dan ojos las hierbas.
Hermosíssima Anarda,
Que en rigor, y belleza,
Eres tigre de luces,
Eres Sol de fierezas.
En esta muerte el alma
Porque te lisonjean,
Tus rigores estima,
Mis tormentos festeja.
Pero mi amor se aflige,
Si los gusta, que tenga
Aún contento en los males,
Aún gusto en las tristezas.
Padecer por sus ojos
No puedo, aunque padezca,
Pues son gustos los males,
Pues son glorias las penas.
Ya los males no temo,
Que es una cosa misma,
Mi vida, y mi tormento,
Mis días, y mis quejas.
Tanto el alma los quiere,
Que aun escrúpulo altera
Cuando en placeres habla,
Cuando en contentos piensa.
En la gloria me aflijo,
Mira pues mis finezas,
Que porque no es congoja,
La gloria me atormenta.
Tenga en fin, dulce Anarda, cuando muera
Vivo el amor, y la esperanza muerta.