• Conocí a una tal Benedicta, que llenaba la atmósfera de ideal y cuyos ojos derramaban deseo de grandeza, de hermosura, de gloria, de todo lo que lleva a creer en la inmortalidad.

    Pero la milagrosa muchacha era bella en demasía para vivir mucho tiempo; así, murió algunos días después de haberla conocido yo, y yo mismo la enterré, un día en que la primavera agitaba su incensario hasta los...

  •  ¡Oh, cuánto el hombre por brillar se afana!,
     insecto que ignorado se desliza;
     en vano con orgullo se engalana
     ese poco de polvo y de ceniza,
     que si hoy se mueve, morirá mañana.
     

     ¡Qué incesante anhelar, qué ciego empeño
     por gozar de una vida transitoria!
     Y, ¿qué es la dicha, al fin, y qué es la gloria?
     Niebla que pasa, momentáneo...

  • A José María Egas

    Aúnan mi pensamiento
    inquietud y serenidad.
    Mi orientación es la del viento,
    la del mar mi estabilidad.

    El ojo negro de mi abismo
    para mí guiña dondequier;
    mas, de la noche de mí mismo
    hago un continuo amanecer.

    Y como una hojita liviana
    voy camino de mi...