• Amada: no has querido plasmarte jamás
    como lo ha pensado mi divino amor.
    Quédate en la hostia,
    ciega e impalpable,
    como existe Dios.

    Si he cantado mucho, he llorado más
    por ti ¡oh mi parábola excelsa de amor!
    Quédate en el seso,
    y en el mito inmenso...