• I

    ¡La negra selva por doquier! el viento
    como inquieto lebrel encadenado
    aullando en la espesura!
    ¡La noche eterna por doquier! el cielo
    como un mar congelado,
    y el mar como una inmensa sepultura.

    De tarde en tarde brilla,
    de la aurora boreal el rayo frío,
    y a su vislumbre...