Eres como esos paisajes
en donde la Luna enreda,
sobre los quietos ramajes,
su blanco vellón de seda.
Tu amor, que me da la vida,
tiene la gracia discreta
de una lágrima escondida
en un cáliz de violeta.
Por exceso de pasión,
después de que te he besado,
se queda mi corazón
igual a un cielo estrellado.
Bajo la urdimbre...