• Verano, ya me voy. Y me dan pena
    las manitas sumisas de tus tardes.
    Llegas devotamente; llegas viejo;
    y ya no encontrarás en mi alma a nadie.

    Verano! y pasarás por mis balcones
    con gran rosario de amatistas y oros,
    como un obispo triste que llegara
    de lejos a buscar y bendecir
    los rotos aros de unos muertos novios.

    Verano, ya me voy....