• I

       La ráfaga lasciva
    jugaba con las velas de la nave
    de altivo porte y de cortante prora,
       que en la tarde serena
    dejó la playa que con dulces lazos
       la retuvo cautiva,
    y que le tiende los amantes brazos
    que rechaza la amante fugitiva.

       Era la hora
    en que la...

  • ¿Qué he perdido? ¡Mi lengua se resiste
    a pronunciar el adorado nombre!
    Corazón, ¿qué perdiste?
    -Lo que más dulce en la pasión existe,
    Señor, lo más querido para el hombre:
    ¡Una alma! ¡Esa alma tuya que me diste!