• Encerré mi dolor en la celda
    más secreta y oscura de mi alma;
    y, avizor centinela, a su puerta
    mi orgullo velaba.

    Salí... De mi huésped ninguno
    sospechó tras mi irónica máscara;
    mas te vi: y al instante el recluso
    escapóseme en lágrimas.