• Desde el día que vio la audacia ibera,
    ¡cuantas noches cerrar, cuántas auroras
    miró lucir nuestra congoja fiera,
    sin que el continuo vuelo de las horas
    la hora de la venganza nos trajera!
    Vio el peruano a su amada patria bella
    con ojos de rubor, en su mejilla
    mirando aún purpurëar la huella
    que la insolente mano de Castilla
    con inicua...