Cuando te veo pasar, ¡oh!, mi querida, indolente,
Al cantar de los instrumentos que se rompe en el cielo raso
Suspendiendo tu andar armonioso y lento,
Y paseando el hastío de tu mirar profundo;
Cuando contemplo bajo la luz del gas que la colora,
Tu frente pálida, embellecida por morbosa atracción,
Donde las antorchas nocturnas encienden una aurora,
Y...