• Para templar el calor
    de la estación y la edad,
    me abandonas sin piedad,
    mi hechizo, mi único amor.
    Te engañas, porque el ardor
    de un alma fina y constante,
    si está de su bien distante,
    crece en el agua, en la nieve,
    y sólo templarse debe
    en el seno de un amante.

    Ven, pues, dulce amiga, luego,
    que tú eres la sola fuente
    ...