Bosquecillo frondoso,
que a las orillas del sonante río
abrigo delicioso
me das en los calores del estío.
Cuando yo te contemplo,
mientras abrasa el aire el mediodía,
el misterioso templo
te finge del placer mi fantasía.
Los festivos amores
están en torno tuyo revolando,
y en tu lecho de flores
se recuesta el deleite...