• Era un fauno, de no sé qué templo griego.

    Un día dijo: Estoy harto de mármol; volviose carne eterna y corrió, hacia los bosques históricos de amor.

    No más ninfas ni driadas. Vaya una costeada, protestó el caprípedo, siquiera allí, durmiendo en mi frialdad, no me aburría.

    Pero decidió «recorrer el espinel» y fue, entre matorrales, flechando sus ojos en los rincones...