• Es una tarde cenicienta y mustia,
    destartalada, como el alma mía;
    y es esta vieja angustia
    que habita mi usual hipocondría.
    La causa de esta angustia no consigo
    ni vagamente comprender siquiera;
    pero recuerdo y, recordando, digo:
    -Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.
    *
    Y no es verdad, dolor, yo te conozco,
    tú eres...