• ¡Mueres, excelso irradiador del día!
    Mas, como fue de rey tu nacimiento,
    ¡así en la majestad de tu agonía
    aún eres el señor del firmamento!
    Ardores pierdes y colores ganas,
    disco mayor, envejecido, muestras,
    y al fin concedes que un instante ufanas
    en ti se fijen las miradas nuestras.
    ¿Cuál en el labio sonará del hombre
    lengua feliz, tan...