• A ti laurel y yedra
    corónente, dilecto
    de Sofía, arquitecto.
    Cincel, martillo y piedra
    y masones te sirvan; las montañas
    de Guadarrama frío
    te brinden el azul de sus entrañas,
    meditador de otro Escorial sombrío,
    y que Felipe austero,
    al borde de su regia sepultura,
    asome a ver la nueva arquitectura
    y bendiga la prole de Lutero...