• Soy el mendigo cósmico y mi inopia es la suma
    de todos los voraces ayunos pordioseros;
    mi alma y mi carne trémulas imploran a la espuma
    del mar y al simulacro azul de los luceros.

    El cuervo legendario que nutre al cenobita
    vuela por mi Tebaida sin dejarme su pan,
    otro cuervo transporta una flor inaudita,
    otro lleva en el pico a la mujer de Adán,...

  • ¡Oh, angustia de querer expresar lo inefable,
    cuando, ave prisionera, una emoción agita
    sus alas en la cárcel del verbo miserable,
    que no traduce en ritmos su dulzura infinita!

    ¡Ay, vale más el pájaro cuya garganta trina
    su amor y su dolor, que la lengua del hombre,
    cuya alma dolorosa lo infinito adivina,
    siente la Eternidad... y no sabe su nombre!...