• Las sendas y los caminos,
    Van quedando atrás y lejos...
    Por dispacito que vaya,
    Pasan las cosas que veo...

    Y siempre, al alzar las vistas,
    En su sitio -más o menos-
    Algo que no tiene alcance
    Aunque figura estar quieto.

    Parece que el horizonte,
    En la mirada lo llevo...

    Ansina, días... y días...
    Años, ansina se jueron...
    ...

  • En el libro lujoso se advierten
    las rimas triunfales:
    bizantinos mozaicos, pulidos
    y raros esmaltes,
    fino estuche de artísticas joyas,
    ideas brillantes;
    los vocablos unidos a modo
    de ricos collares;
    las ideas formando en el ritmo
    sus bellos engarces,
    y los versos como hilos de oro
    do irisadas tiemblan
    perlas orientales....

  • Amada, la noche llega;
    las ramas que se columpian
    hablan de las hojas secas
    y de las flores difuntas.
    Abre tus labios de ninfa,
    dime en tu lengua de musa:
    ¿recuerdas la dulce historia
    de las pasadas aventuras?
    ¡Yo la recuerdo! La niña
    de la cabellera bruna
    está en la cita temblando
    llena de amor y de angustia.
    Los efluvios...

  • En la pálida tarde se hundía,
    el sol en su ocaso,
    con la faz rubicunda en un nimbo
    de polvo dorado.
    En las aguas del mar, una barca,
    bogando, bogando;
    al país de los sueños volaban
    amada y amado.
    A la luz del poniente, en las olas,
    quebrada en mil rayos,
    parecían de oro bruñido
    los remos mojados.
    Y en la barca graciosa y...

  • Allá en la playa quedó la niña.
    ¡Arriba el ancla! ¡Se va el vapor!
    El marinero canta entre dientes.
    Se hunde en el agua trémula el sol.
    ¡Adiós! ¡Adiós!

    Sola, llorando, sobre las olas,
    mira que vuela la embarcación.
    Aun me hace señas con el pañuelo
    desde la piedra donde quedó.
    ¡Adiós! ¡Adiós!

    Vistió de negro la niña hermosa.
    ¡...

  • Tenía una cifra
    tu blanco pañuelo,
    roja cifra de un nombre que no era
    el tuyo, mi dueño.
    La fina batista
    crujía en tus dedos,
    -¡Qué bien luce en la albura la sangre!...-
    te dije riendo.
    Te pusiste pálida,
    Me tuviste miedo...
    ¿Qué miraste? ¿Conoces acaso
    la risa de Otelo?

  • Una noche
    tuve un sueño.
    Luna opaca,
    cielo negro,
    yo en un triste
    cementerio
    con la sombra
    medio envueltos,
    desudarios
    y contentos,
    mi vista
    carnados
    esqueletos,
    muy afables
    recibieron.
    Indagaron
    los sucesos
    cada vez que hiba
    a el baño me sentia
    como un idiota
    tirado en el...

  • Hay un verde laurel. En sus ramas
    un enjambre de pájaros duerme
    en mudo reposo,
    sin que el beso del sol los despierte.
    Hay un verde laurel. En sus ramas
    que el terral melancólico mueve,
    se advierte una lira,
    sin que nadie esa lira descuelgue.
    ¡Quién pudiera, al influjo sagrado
    de un soplo celeste,
    despertar en el árbol florido
    ...

  • Llegué a la pobre cabaña
    en días de primavera.
    La niña triste cantaba,
    la abuela hilaba en la rueca.
    -¡Buena anciana, buena anciana,
    bien haya la niña bella,
    a quien desde hoy amar juro
    con mis ansias de poeta!-
    La abuela miró a la niña.
    La niña sonrió a la abuela.
    Fuera, volaban gorriones
    sobre las rosas abiertas.
    Llegué...

  • Yo quisiera cincelarte
    una rima
    delicada y primorosa
    como una aúrea margarita,
    o cubierta de irisada
    pedrería,
    o como un joyel de Oriente,
    o una copa florentina.
    Yo quisiera poder darte
    una rima
    como el collar de Zobeida,
    el de perlas ormuzinas,
    que huelen como las rosas
    y que brillan
    como el rocío en los...