• 24

    Fatiga tanto andar sobre la arena
    descorazonadora de un desierto,
    tanto vivir en la ciudad de un puerto
    si el corazón de barcos no se llena.

    Angustia tanto el son de la sirena
    oído siempre en un anclado huerto,
    tanto la campanada por el muerto
    que en el otoño y en la sangre suena,

    que un dulce tiburón, que una manada
    de...

  • 25

    Al derramar tu voz su mansedumbre
    de miel bocal, y al puro bamboleo,
    en mis terrestres manos el deseo
    sus rosas pone al fuego de costumbre.

    Exasperado llego hasta la cumbre
    de tu pecho de isla, y lo rodeo
    de un ambicioso mar y un pataleo
    de exasperados pétalos de lumbre.

    Pero tú te defiendes con murallas
    de mis...

  • 26

    Por una senda van los hortelanos,
    que es la sagrada hora del regreso,
    con la sangre injuriada por el peso
    de inviernos, primaveras y veranos.

    Vienen de los esfuerzos sobrehumanos
    y van a la canción, y van al beso,
    y van dejando por el aire impreso
    un olor de herramientas y de manos.

    Por otra senda yo, por otra senda
    que...

  • 27

    Lluviosos ojos que lluviosamente
    me hacéis penar: lluviosas soledades,
    balcones de las rudas tempestades
    que hay en mi corazón adolescente.

    Corazón cada día más frecuente
    en para idolatrar criar ciudades
    de amor que caen de todas mis edades
    babilónicamente y fatalmente.

    Mi corazón, mis ojos sin consuelo,
    metrópolis de...

  • 28

    La muerte, toda llena de agujeros
    y cuernos de su mismo desenlace,
    bajo una piel de toro pisa y pace
    un luminoso prado de toreros.

    Volcánicos bramidos, humos fieros
    de general amor por cuanto nace,
    a llamaradas echa mientras hace
    morir a tranquilos ganaderos.

    Ya puedes, amorosa fiera hambrienta,
    pastar mi corazón, trágica...

  • 29

    (En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)

    Yo quiero ser llorando el hortelano
    de la tierra que ocupas y estercolas,
    compañero del alma, tan temprano.

    Alimentando lluvias, caracolas
    y órganos mi dolor sin instrumento,
    a las desalentadas amapolas

    daré tu corazón por...

  • 3

    Guiando un tribunal de tiburones,
    como con dos guadañas eclipsadas,
    con dos cejas tiznadas y cortadas
    de tiznar y cortar los corazones,

    en el mío has entrado, y en él pones
    una red de raíces irritadas,
    que avariciosamente acaparadas
    tiene en su territorio sus pasiones.

    Sal de mi corazón, del que me has hecho
    un girasol...

  • 4

    Me tiraste un limón, y tan amargo
    con una mano cálida, y tan pura,
    que no menoscabó su arquitectura
    y probé su amargura sin embargo.

    Con el golpe amarillo, de un letargo
    dulce pasó a una ansiosa calentura
    mi sangre, que sintió una mordedura
    de una punta de seno duro y largo.

    Pero al mirarte y verte la sonrisa
    que te...

  • 5

    Tu corazón, una naranja helada
    con un dentro sin luz de dulce miera
    y una porosa vista de oro: un fuera
    venturas prometiendo a la mirada.

    Mi corazón, una febril granada
    de agrupado rubor y abierta cera,
    que sus tiernos collares te ofreciera
    con una obstinación enamorada.

    ¡Ay, qué acometimiento de quebranto
    ir a tu corazón...

  • 6

    Umbrío por la pena, casi bruno,
    porque la pena tizna cuando estalla,
    donde yo no me hallo no se halla
    hombre más apenado que ninguno.

    Sobre la pena duermo solo y uno,
    pena es mi paz y pena mi batalla,
    perro que ni me deja ni se calla,
    siempre a su dueño fiel, pero importuno.

    Cardos y penas llevo por corona,
    cardos y penas...