• Áridos cerros que ni el musgo viste,
    cumbres que parecéis a la mirada
    altas olas de mar petrificada,
    ¡cuánto me halaga vuestro aspecto triste!

    ¡Cuánto descansa el ánimo angustiado
    en contemplaros, al fulgor sombrío
    de un cielo oscuro, nebuloso y frío,
    conforme, cual vosotros, a mi estado!

    Que en el mar y en la tierra y en el cielo
    a un...