¡Santa convalecencia del alma, en las campiñas,
entre las madroñeras y el verde de las viñas!
El corazón romántico, perfumado de olvido,
lanza al rústico viento su rítmico latido,
y, sonoro, revive su muerta mocedad
en la paz milagrosa de la fresca heredad.
Nueva y pujante sangre, sangre de adolescencia,
retoña una vez más en la alegre inocencia...