• Corred, lágrimas tristes,
    que es dulce al alma mía
    sentiros a raudales
    del corazón manar;
    corred, que los suspiros
    que exhalo en todo el día
    las ansias de mi pecho
    no bastan a calmar.

    Triste, férvido llanto,
    tus gotas de amargura
    mitigan celestiales
    la sed del corazón;
    y sólo tú suavizas
    mi horrenda desventura,...