• ¡Qué hermoso es Dios, qué hermosa su cabeza!
    ¡Qué gallardo su andar, su voz qué suave!
    Rasgos los cielos son de su belleza,
    pasos los siglos de su marcha grave;
    la voz de la inmortal naturaleza
    de sus conciertos la sonora clave,
    su acento arroba, su mirar abrasa,
    tiembla el mundo a sus huellas cuando pasa.
    Yo me enamoro dél: pobre doncella...