• ¡Oh pobres almas nuestras
    que perdieron el nido
    y que van arrastradas
    en la falsa corriente
    del olvido!

    Y pensar que extraviamos
    la senda milagrosa
    en que se hubiera abierto
    nuestra ilusión, como perenne rosa.

    Pudieron deslizarse,
    sin sentir, nuestras vidas
    con el compás romántico
    que hay en las músicas desfallecidas...